Mala circulación en los pies y piernas: causas, síntomas, diagnóstico y cómo mejorarla

La llamada “mala circulación” en pies y piernas es un término coloquial que engloba varios problemas que reducen el aporte de sangre a los tejidos o dificultan su retorno al corazón. El resultado puede ser pesadez, hinchazón, hormigueo, cambios de color en la piel, dolor al caminar o heridas que tardan en cerrar. En este artículo te explico, con un enfoque práctico, cómo reconocer las señales, qué puede estar detrás, cómo se estudia en consulta y qué puedes hacer desde hoy para mejorar.

¿Qué entendemos por “mala circulación” en los pies y piernas?

La circulación en las piernas funciona como una autopista de doble sentido: las arterias llevan oxígeno y nutrientes; las venas devuelven la sangre al corazón con ayuda de las válvulas y de la bomba muscular de la pantorrilla.

Cuando algo falla en uno u otro circuito, aparecen síntomas en los pies y las piernas.

Diferencias entre problemas venosos y arteriales (y por qué importa)

  • Venoso (retorno dificultado / insuficiencia venosa): pesadez vespertina, edemas en tobillos, empeora al estar de pie o sentado mucho tiempo y mejora al elevar las piernas. Varices visibles, calambres nocturnos, piel con tono ocre y picores son habituales.
  • Arterial (riego reducido / enfermedad arterial periférica): dolor en la pantorrilla al caminar que obliga a parar (claudicación), piel fría o pálida/amoratada, uñas frágiles, pérdida de vello y, en fases avanzadas, heridas que no cicatrizan o dolor en reposo.
  • Otros cuadros funcionales: fenómenos de vasoespasmo como Raynaud o acrocianosis generan cambios de color y sensibilidad al frío sin que exista una obstrucción fija.

Distinguir entre origen venoso y arterial guía el tratamiento, el pronóstico y la derivación al especialista adecuado.

Señales de alerta en los pies y piernas

Pies fríos o muy calientes, cambios de color y textura de la piel

  • Frialdad persistente, palidez o tono azulado/violáceo.
  • Rubor, calor y “pesadez” al final del día que mejora al tumbarte y elevar las piernas.
  • Piel brillante o fina, sequedad, descamación, picores; aparición de dermatitis ocre en el tercio distal de la pierna (típico venoso).

Hormigueos, calambres y pesadez

  • Hormigueo y adormecimiento en dedos o planta.
  • Calambres nocturnos y piernas inquietas tras periodos largos sentado/de pie.
  • Dolor al caminar que obliga a parar y cede en 2–5 minutos (alarma arterial).

Cambios en uñas y cicatrización lenta (cuándo preocuparse)

  • Uñas engrosadas, frágiles o de crecimiento muy lento.
  • Heridas que tardan semanas en cerrar o reaparecen; piel que se rompe con facilidad.
  • En personas con diabetes, cualquier herida o enrojecimiento que no mejora en 48–72 h requiere valoración profesional.

Causas y factores de riesgo más frecuentes

Sedentarismo, tabaco, hipertensión y colesterol

La falta de movimiento reduce la acción de la bomba muscular gemelar; el tabaco daña el endotelio y acelera la arteriosclerosis; HTA, hipercolesterolemia y obesidad empeoran ambos circuitos (venoso y arterial).

Diabetes, Raynaud y acrocianosis

La diabetes afecta nervios y vasos, disminuye la sensibilidad y la cicatrización; Raynaud y acrocianosis provocan vasoespasmos con cambios de color y sensibilidad al frío, más llamativos en dedos.

Diagnóstico en consulta podológica y derivación

Exploración clínica del pie y la pierna

  • Historia clínica dirigida (síntomas, tiempo de evolución, hábitos).
  • Inspección de piel y uñas, edema, varices, temperatura cutánea.
  • Palpación de pulsos pedios y tibiales; pruebas funcionales (elevación, reperfusión).

Cribado vascular (ITB, doppler) y cuándo derivar a Angiología

  • Índice Tobillo-Brazo (ITB): compara presión en tobillo y brazo; ayuda a detectar enfermedad arterial periférica.
  • Doppler y exploración vascular para valorar flujo y válvulas venosas.
  • Derivación a Angiología/Medicina Vascular ante ITB patológico, claudicación típica, dolor en reposo, heridas isquémicas o si sospechamos trombosis venosa.

Si quieres profundizar, aquí tienes una guía completa sobre enfermedad arterial periférica elaborada por una sociedad científica independiente (SEACV).

Tratamientos y hábitos para mejorar el retorno y el riego

La base es moverse, cuidar la piel y el calzado, y utilizar medidas compresivas cuando estén indicadas.

Ejercicios de activación (bomba gemelar, movilidad tobillo-pie)

Haz 2–3 veces al día, 10–15 repeticiones por ejercicio:

  • Puntas-talones de pie, lento y controlado.
  • Flexo-extensión de tobillo sentado (lleva puntas hacia ti y empuja hacia delante).
  • Círculos de tobillo en ambos sentidos.
  • Marcha en el sitio y mini-sentadillas sujetándote a una silla.
  • Pausa activa cada 45–60 min si trabajas sentado: 2–3 minutos de caminar y elevar talones.

Medias de compresión: cuándo, tipo y talla

  • Útiles en insuficiencia venosa y vuelos/largas horas de pie.
  • Elegir clase I–II según indicación y talla por perímetros de tobillo y pantorrilla (no “a ojo”).
  • No usarlas en sospecha de isquemia arterial significativa sin valoración previa.

Cuidado de la piel y las uñas para evitar lesiones

  • Hidratación diaria (talones y tibia, evitando entre dedos).
  • Corte recto de uñas y limado suave; evita arrancarlas.
  • Revisa los pies a diario si tienes diabetes o poca sensibilidad.
  • Calzado con puntera ancha, suela estable y buen contrafuerte; evita costuras internas que rocen.

Prevención y estilo de vida: plan semanal sencillo

  • Caminar 30–45 min la mayoría de días, o fraccionar en 3×10–15 min.
  • Escaleras mejor que ascensor cuando sea posible.
  • Higiene postural en el trabajo: alterna sentado/de pie; eleva pies 10–15 min al llegar a casa.
  • Nutrición vascular: verduras, fruta, legumbres, aceite de oliva; limita ultraprocesados y sal.
  • Hidratación: 1,5–2 L/día salvo contraindicación médica.
  • Abandono del tabaco: consulta recursos de deshabituación.
  • Peso saludable y control de HTA, colesterol y glucosa con tu equipo sanitario.

Cuándo acudir de inmediato al especialista

  • Dolor en pantorrilla al caminar que te obliga a parar (progresivo o brusco).
  • Dolor en reposo, heridas dolorosas/negruzcas o cambio súbito de color y temperatura.
  • Edema unilateral brusco con dolor (considerar trombosis).
  • En diabetes, cualquier herida o ampolla que no mejora en 48–72 h.

Conclusión

La “mala circulación” en pies y piernas no es un diagnóstico, sino una señal de que algo puede fallar en el retorno venoso o en el riego arterial. Con una valoración podológica adecuada, pruebas sencillas de cribado y hábitos diarios, es posible aliviar síntomas, prevenir complicaciones y detectar a tiempo los casos que requieren derivación vascular. Si te sientes identificado con varios puntos, te aconsejo una revisión profesional.

Preguntas frecuentes

¿Cómo puedo diferenciar si es venoso o arterial en casa?

Como norma general, lo venoso mejora al elevar las piernas y empeora con muchas horas de pie; lo arterial se manifiesta con dolor al caminar que obliga a parar y pies fríos.

¿Las medias de compresión valen para todos?

No. Son útiles en problemas venosos y para prevención en viajes, pero pueden estar contraindicadas si hay isquemia arterial significativa.

¿Qué ejercicios son los más efectivos?

Los que activan la bomba gemelar: puntas-talones, flexo-extensión y caminar a ritmo cómodo, de forma constante a lo largo de la semana.

Tengo diabetes: ¿algo especial?

Sí. Revisa los pies a diario, hidrátalos, usa calzado adecuado y consulta ante cualquier herida o enrojecimiento persistente.

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Autor: Alberto Martínez Oller, Podólogo — Podología Clot (Barcelona).

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Soy experto en biomecánica y profesor del Máster de podología pediátrica y del curso de técnicas manipulativas de columna y pelvis, en ellos disfruto formando a fisioterapeutas y podólogos en las competencias biomecánicas.

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